Alemania sufre la primera recesión desde el Covid por debilidad de consumidores
La producción del primer trimestre se contrajo un 0,3% respecto a los tres meses anteriores, tras una caída del 0,5% entre octubre y diciembre.
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Alemania sufrió su primera recesión desde el inicio de la pandemia, apagando las esperanzas de que la primera economía europea pudiera escapar a tal destino después de que la guerra en Ucrania disparara los precios de la energía.
La producción del primer trimestre se contrajo un 0,3% respecto a los tres meses anteriores, tras una caída del 0,5% entre octubre y diciembre, según informó el jueves la oficina de estadística. Su estimación inicial, del mes pasado, era de estancamiento.
"La reticencia de los hogares a comprar se hizo patente en diversos ámbitos", señaló la oficina en un comunicado. "Los hogares gastaron menos en alimentos y bebidas, ropa y calzado, y en mobiliario". También compraron menos coches eléctricos al reducirse los incentivos.
Por otra parte, se produjo un descenso del gasto público, mientras que la inversión aumentó, ayudada por la construcción en un clima inusualmente cálido.
El resultado es un revés para Alemania, que pese a escapar de los escenarios más sombríos temidos tras la invasión rusa, ha sucumbido a una recesión que el Canciller Olaf Scholz parecía descartar en enero.
Los mercados hicieron caso omiso de las cifras del jueves, a pesar de sus implicaciones para la evolución general de la zona euro, compuesta por 20 países.
En Alemania, empresas como Zalando SE reflejan la decaída confianza de los consumidores. El minorista de moda vio cómo los niveles de inventario aumentaban en el primer trimestre debido a la caída de la demanda. Los pedidos nacionales de automóviles, por su parte, se redujeron en torno a un tercio entre enero y abril, según la asociación de la industria automovilística VDA.
El sector manufacturero también está demostrando ser un problema: una recesión cada vez más profunda pone en duda la recuperación que muchos prevén para los próximos trimestres.
De hecho, la debilidad industrial está afectando a las perspectivas empresariales. El indicador de expectativas del instituto Ifo cayó en mayo por primer mes consecutivo, mientras que una encuesta del grupo de presión DIHK apuntaba a un crecimiento cero del PIB en 2023.
Un informe del Bundesbank de esta semana ofrecía cierto optimismo, sugiriendo que la economía podría crecer "ligeramente" este trimestre, ya que las grandes carteras de pedidos, el alivio de los cuellos de botella de la oferta y los menores costes energéticos apoyan a los fabricantes.
Pero la demanda de bienes se está desplomando, ya que los consumidores, ante la elevada inflación, prefieren derrochar en ocio y viajes. Esto hace que el crecimiento económico sea cada vez más desigual, una tendencia que, según algunos analistas, no es sostenible.
"El optimismo de principios de año parece haber dado paso a un mayor sentido de la realidad", afirma Carsten Brzeski, economista de ING, en un informe dirigido a los clientes. "La caída del poder adquisitivo, el adelgazamiento de las carteras de pedidos industriales, así como el impacto del endurecimiento más agresivo de la política monetaria en décadas, y la esperada ralentización de la economía estadounidense abogan a favor de una débil actividad económica."
Para los economistas de Commerzbank, una recesión en el segundo semestre parece ahora más probable que el repunte que la mayoría de sus colegas siguen pronosticando.
La inflación no ayuda. Sigue superando el 7% y no se espera que retroceda rápidamente, ya que el aumento de los salarios alimenta la fuerte presión subyacente.
Los esfuerzos del Banco Central Europeo por volver a situar el aumento de los precios en su objetivo del 2% corren el riesgo de frenar aún más la demanda. Los préstamos bancarios ya se están encareciendo y las subidas de los tipos de interés aún no se han completado, con lo que se corre el riesgo de que el crecimiento se resienta aún más.